Mirada perdida.

Habla muy temprano, sus ojos saben cuando son las 05:01 de la mañana, se despierta con mal genio todos los días, su única salida es caminar sin que nadie lo observe, encuentra un sitio en el que su olor y  su nariz pueden respirar sin sentirse agobiado. Muy cerca de aquel parqueadero que cuida su viejo vecino que comparte lo nuevo de cada día, el habla tanto de lo que no sabe, que la novedad es un gran invento. Así que, en su casa, cuando llega el medio día, como puede trata de reparar, regañar a sus bisnietos, gruñir y gruñir sus cejas, también piensa y lo hace con una mirada perdida, sin saber la hora en el que ya no podrá hacer nada de esto. Y es que el ya esta destinado a morir, sus dos hijas lo miran mal, no les muestra gesto de amor solo en fechas en las que ya a el no le gusta celebrar, el desafía las preocupaciones pero siempre le sale mas canas, mas arrugas, mas tristezas, que su mirada refleja y su físico cansado demuestra.
Mira y mira, ya la bebida no quiere saber nada de el, porque esa adicción lo llevo a lo que es ahora, un infeliz hombre que su vejez no la puede vivir tranquilo, el camina pero sus pasos ya los borra la brisa.
A pesar de todo, el continua creyendo que el amor existe, y quiere morir para estar unido con su esposa que ya muchos años se le adelanto, el quiere que su memoria no pase nunca a olvidar lo feliz que fue con ella. Lo demas, solo agradeceria que el, este enterrado, alejado, desocupando esa silla que ya no le quiere seder a su presencia.
La peor vejez es la que se llega amargado.
Historia real, de un Julio que ha agachado la cabeza a la vida.

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